La represión en Navarra (en el setenta aniversario del alzamiento fascista)
En el setenta aniversario del alzamiento fascista en el Estado español el 18 de julio de 1936, que llevó al derrocamiento de la república y, por tanto, de las esperanzas de libertad y progreso a través de la revolución democrático burguesa, es momento una vez más de hacer un balance de la represión y antecedentes de ella en este herrialde de Euskal Herria denominado Navarra-Nafarroa.
Para empezar, hego Euskal Herria, al igual que en el Estado español, estuvo dividido en dos bandos: el fascista (Araba y Nafarroa) y el republicano (Bizkaia y Gipuzkoa). Pero el hecho de que en Araba y en Nafarroa el dominio fuese fascista no significó que la represión fuese menor; de hecho, Nafarroa fue el lugar de hego Euskal Herria (según los últimos datos) hubo más fusilados (aproximadamente 3.200), mientras que en los otros herrialdes el número fue menor (Bizkaia, 914; Gipuzkoa, 1004; Araba, 351). En Nafarroa, donde no hubo frente de guerra, la represión se cebó, como en el resto del Estado, contra los obreros, campesinos (jornaleros especialmente), maestros, intelectuales, etc.
Fuerzas políticas y sindicatos
Políticamente, PSOE-UGT, los republicanos de izquierda, CNT, PCE y PNV-ELA (por este orden) fueron los partidos y sindicatos que más sufrieron. Los socialistas, a través de su sindicato UGT tenían fuerza, además de en Iruñea-Pamplona, en la comarca de la Sakana (Alsasua), ya que era una zona de líneas ferroviarias, y en el sur, en la ribera de Navarra, donde el problema del reparto de la abundante tierra generó importantes luchas en las primeras décadas del siglo XX. Asimismo, fue la comarca que más sufrió la represión: Sartaguda, conocido como el “pueblo de las viudas”, tenía 1.200 habitantes, de los asesinaros a 84 varones; en Lodosa a 101, en Corella a 88, en Tudela (capital de la comarca) a 67. A estos pueblos podríamos sumar otros muchos y eso que los datos son todavía incompletos. Continúa habiendo muchos desaparecidos enterrados en cunetas y fosas como el último caso: siete vecinos de Murchante que aparecieron en Fustiñana en septiembre del 2005.
Los lugares habituales de fusilamientos eran Las Bardenas, el barranco de Urbasa, el monte del Perdón, la Vuelta del Castillo (Iruñea), etc. No podemos olvidar tampoco a los asesinados tras la fuga del fuerte de San Cristóbal en Iruñea el 22 de mayo de 1938 y el cementero que hace poco se ha descubierto en la ladera del monte del mismo nombre.
En cuanto al PNV, tenía más fuerza en el municipio de Lizarra, en el norte vascoparlante y en Iruñea; aunque mantuvo al principio una posición vacilante, también sufrió la represión y el fusilamiento de su figura más emblemática: el alcalde de Lizarra-Estella, Fortunato Aguirre.
La CNT tenía más afiliados en la ribera alta (Lodosa, San Adrián, etc.). Los comunistas del PCE, cuyo líder era Jesús Monzón, eran una fuerza minoritaria, pero destacaron, junto con los socialistas, en la capital en los primeros compases del alzamiento y protagonizaron la fuga del fuerte de San Cristóbal.
Antecedentes y primeros compases de la guerra
Navarra era un baluarte de la reacción, así que no es de extrañar que fuese el territorio de Euskal Herria y del Estado que más voluntarios aportó al bando fascista: unos 18.000 hombres reclutados a través de los tercios de requetés, que eran unidades de choque paramilitares cuyos dirigentes carlistas, como Jaime del Burgo (jefe del requeté de Iruñea y padre del actual diputado de UPN-PP Jaime Ignacio del Burgo), habían recibido instrucción militar en la Italia fascista de Mussolini desde el año 1932 y se preparaban para el golpe fascista contra la república. El carlismo era una ideología reaccionaria y ultracatólica que tenía su principal fuerza en este herrialde; su base popular era sobre todo campesino-media y de la zona de la montaña y media. Su principal figura, junto con Jaime del Burgo era el conde de Rodezno, Tomás Domínguez Arévalo, quien tuvo una posición decisiva para que los requetés se sumaran al alzamiento en 1936.
En cuanto a los asuntos en conflicto, los principales fueron tres: el Estatuto de Lizarra, la cuestión religiosa y la reforma agraria.
Estatuto de Lizarra
El PNV y los carlistas impulsaron dicho estatuto reaccionario, pero éste volvía a poner sobre la mesa la cuestión nacional vasca sin resolver; los carlistas se desentienden de él más tarde. En este aspecto, el PCE junto con los socialistas (al principio estos últimos tenían una visión más centralista) quería la unidad de los cuatro herrialdes de hego Euskal Herria.
Cuestión religiosa
En Navarra la situación era similar al resto del Estado, con la salvedad de que la religión se vivía más intensamente, con lo cual se desafió la legalidad republicana.
Reforma agraria
El foco de tensión que se vivió en los primeros años del siglo XX generó esperanzas con la proclamación de la segunda república. Sin embargo, la lentitud de la reforma radicalizó las posturas del campesinado navarro y de los jornaleros, lo que llevó a extremar las posturas del PSOE y UGT.. El dirigente sindicalista del campo y secretario general de la FNTT (Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra) era el navarro Ricardo Zabalza, partidario de las tesis de Largo Caballero. Todo esto trajo consigo la ocupación de fincas en la ribera narra en 1933 y la participación de los socialistas junto a los comunistas en la huelga general revolucionaria de octubre de 1934 (huelga en la azucarera de Tudela y en pequeñas fábricas y talleres, de los jornaleros, interrupción del tráfico, etc.), que acabó con veinte detenidos en la cárcel de Tudela, la suspensión del quincenal de las juventudes socialistas y la sustitución de los concejales de izquierda por los conservadores.
En los meses previos a la guerra, el Frente Popular ganó las elecciones del 16 de febrero de 1936 en Tudela y en la mayoría de pueblos de la comarca. A partir de entonces se ultimaron los preparativos del alzamiento fascista cuando el gobierno del Frente Popular cometió el error de destinar al general Mola al gobierno militar de Navarra, teniendo en cuenta que era el principal conspirador; desde su nombramiento entró en contacto con los jefes carlistas para que estos apoyasen el golpe. Las negociaciones fueron difíciles, pero se llegó a un acuerdo gracias a la mediación entre Mola y los carlista del conde de Rodezno y del director del Diario de Navarra, Raimundo García Garcilaso, para que Navarra se alzase en armas el día siguiente. Allí se reunieron miles de requetés, falangistas y militares en la Plaza del Castillo para partir a conquistar el Madrid republicano y las provincias vascongadas. Mientras tanto Mola trató de convencer sin éxito al comandante de la Guardia Civil en Navarra, Rodríguez Medel, para que se sumara al golpe; éste se negó y, cuando se disponía a partir para reunir a sus fuerzas en Tafalla, fue asesinado por un subordinado. Por otro lado, el gobernador civil abandonaba su cargo y se marchaba hacia Donostia, con lo que el golpe había triunfado en Navarra, ya que no hubo frente de guerra. Sin embargo, la represión fue mayor. Muchos de los represores, además de los señoritos de derechas y los caciques fueron los falangistas en alianza con la Guardia Civil.
Desde Kimetz-PCREH queremos solidarizarnos con las víctimas de la represión apoyando la construcción del parque de la memoria en Sartaguda y denunciar la reciente ley de la Memoria Histórica estatal, por insuficiente e indignante. También denunciamos las maniobras de la derecha reaccionaria navarra, que obstaculiza los intentos de unidad del pueblo trabajador vasco, como lo hicieron durante la llamada transición. Apostamos por la unidad y el socialismo en un estado socialista vasco que sea la base de apoyo de la revolución proletaria mundial, poniendo al pueblo trabajador al frente de los distintos estamentos de la sociedad.
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