El 18/98 y su trasfondo político.
Después de haber leído la sentencia emitida por la Audiencia Nacional española en el macro sumario 18/98, y de haber conocido los “fundamentos” jurídicos de la misma, ampliamente difundidos por la prensa, uno no puede sino preguntarse ¿por qué el Estado español persigue con tanta saña a la disidencia vasca?. Arbitrariedades legales, débil argumentación, falta de pruebas,… parece que todo vale contra la izquierda abertzale. Pero, ¿que es lo que verdaderamente teme el Estado español?
En mi opinión, hoy día, ETA y el terrorismo no constituyen el principal motivo de preocupación para aquel. El problema que trata de resolver el Estado español, no es del momento actual, del presente, sino que más bien actúa con vistas al futuro. Mas que la mayor o menor virulencia que pueda tener la actividad armada que desarrolle ETA, lo que verdaderamente preocupa al Estado español y a la clase dominante, tiene un mayor calado. Creo que ellos se han formado ya una perspectiva que, según parece, no les resulta muy favorable.
Para ser mas claro diré que me estoy refiriendo a la potencialidad revolucionaria que encierra la lucha democrático-nacional vasca. ¿Qué significa esto? La respuesta es bien sencilla. Euskal Herria es una nación dominada por dos Estados, el español y el francés. Unos Estados cuya naturaleza está en consonancia con la época histórica en la que nos encontramos, la del capital financiero, la del imperialismo. Lenin ya decía que:
“…las particularidades políticas del imperialismo son la reacción en toda la línea y la intensificación del yugo nacional -consecuencia del yugo de la oligarquía financiera y la supresión de la libre competencia-…” (1).
En la época del imperialismo, el capitalismo entra en abierta contradicción con la democracia. Tiene lugar una progresiva restricción de los derechos y libertades más elementales y se refuerzan las tendencias políticas autoritarias. Al mismo tiempo, la actuación ciega de las leyes del mercado, en el marco del proceso de acumulación capitalista, provoca la desestructuración de las comunidades humanas.
“El imperialismo es la época del capital financiero y de los monopolios, los cuales traen aparejada en todas partes la tendencia a la dominación y no a la libertad. La reacción en toda la línea, sea cual fuere el régimen político; la exacerbación extrema de las contradicciones en esta esfera también: tal es el resultado de dicha tendencia. Particularmente se intensifica así mismo la opresión nacional y la tendencia a las anexiones, esto es, a la violación de la independencia nacional (pues la anexión no es sino la violación del derecho de las naciones a su libre determinación)” (2).
En Euskal Herria, especialmente en Hegoalde, concurren una serie de factores (históricos, geográficos, sociales, económicos, políticos, psicológicos, culturales, etc.) que configuran un ámbito específico, en el que las contradicciones de clase se manifiestan con una especial intensidad, de forma mas cruda, se amplifican y adquieren identidad propia. Esto hace que, en ese contexto, la lucha por la democracia y por la construcción nacional, estén objetivamente entrelazadas e imbricadas con la lucha por el socialismo.
Pero, al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que, desde hace varios años, el capitalismo español atraviesa por una aguda crisis que se caracteriza por: a) su debilidad estructural (inestabilidad de su base económica, escasa competitividad, insuficiente inversión en I+D, inadecuada distribución de su inversión exterior); b) su perdida de peso en Europa (menor representatividad en la UE, alejamiento de los centros de poder); y c) el agravamiento de la crisis del Estado (involución democrática, reforzamiento del centralismo, creciente militarización).Todo ello hace que el Estado español sea sumamente frágil y que el Sur de Euskal Herria sea su eslabón mas débil. En estas condiciones, podemos decir que la lucha por la autodeterminación y las libertades nacionales es una expresión condensada de la lucha de clases.
Precisamente por todo ello, los sectores populares agrupados en la izquierda abertzale (considerada en sentido amplio) poseen una enorme potencialidad revolucionaria. La clase dominante, la gran burguesía española, es consciente de ello y esa es la verdadera preocupación, la autentica obsesión de sus fieles servidores, la causa de su nerviosismo, es por lo que a toda costa tratan de impedir que esa potencialidad llegue a desplegarse.
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